Yo, la isla dividida

La poesía de José Mármol (Santo Domingo, 1960), sobre todo la concebida a partir de sus libros Torrente sanguíneo (2007, Premio Nacional de Poesía Salomé Ureña) y Lenguaje del mar (2012, Premio Casa de América de Poesía Americana), ha creado un espacio que aspira a cantar las cosas más elementales y sencillas, forjando un universo cotidiano de seres que se entregan, y también renuncian, al amor, al goce, la exuberancia, la pobreza, la pena y la alegría. Opulencia y celebración estéticas: el mundo vivido como un reino simbólico. Este sentimiento puede ser síntoma de un exilio, pero, paradójicamente, en lo paradisíaco y maravilloso. Juego amoroso hasta el delirio, atravesando el desgarramiento, la errancia y la muerte.
Dotado de un vigoroso lirismo espiritual, este libro se identifica con la poética del pensar, que es al mismo tiempo, poética del existir, porque se explora y da cuenta de lo que encuentra o pierde, lo que construye y deconstruye, y lo hace con una osadía formal pareja a la audacia de las emociones más hondas, a través de un lenguaje terso, sensual.

Yo, la isla divida es un despojo instintual de todos los sentidos. Lo que Mármol procura en estos poemas es regresar a una relación simbólica con el imaginario caribeño, teniendo de trasfondo el decorado alegórico de los densos flujos del mar, bajo la luz del trópico

Yo, la isla dividida

2019
112
12,5 x 19,5 x 0,6 cm
Tapa blanda
978-84-9895-368-8
12,00 €
La poesía de José Mármol (Santo Domingo, 1960), sobre todo la concebida a partir de sus libros Torrente sanguíneo (2007, Premio Nacional de Poesía Salomé Ureña) y Lenguaje del mar (2012, Premio Casa de América de Poesía Americana), ha creado un espacio que aspira a cantar las cosas más elementales...
La poesía de José Mármol (Santo Domingo, 1960), sobre todo la concebida a partir de sus libros Torrente sanguíneo (2007, Premio Nacional de Poesía Salomé Ureña) y Lenguaje del mar (2012, Premio Casa de América de Poesía Americana), ha creado un espacio que aspira a cantar las cosas más elementales y sencillas, forjando un universo cotidiano de seres que se entregan, y también renuncian, al amor, al goce, la exuberancia, la pobreza, la pena y la alegría. Opulencia y celebración estéticas: el mundo vivido como un reino simbólico. Este sentimiento puede ser síntoma de un exilio, pero, paradójicamente, en lo paradisíaco y maravilloso. Juego amoroso hasta el delirio, atravesando el desgarramiento, la errancia y la muerte.
Dotado de un vigoroso lirismo espiritual, este libro se identifica con la poética del pensar, que es al mismo tiempo, poética del existir, porque se explora y da cuenta de lo que encuentra o pierde, lo que construye y deconstruye, y lo hace con una osadía formal pareja a la audacia de las emociones más hondas, a través de un lenguaje terso, sensual.

Yo, la isla divida es un despojo instintual de todos los sentidos. Lo que Mármol procura en estos poemas es regresar a una relación simbólica con el imaginario caribeño, teniendo de trasfondo el decorado alegórico de los densos flujos del mar, bajo la luz del trópico

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