A estas alturas, pocos dudan de que Rafael Alberti (1902-1999) puede ser considerado el poeta de la memoria. Bien conocido asimismo es el sentimiento de desarraigo que impregna su obra en los años del exilio argentino. Partiendo de ello, el presente estudio reconstruye y decodifica las imágenes de deseo nostálgico de «lo perdido» que surgen de sus versos, los cuales dan prueba de la honda carencia emotiva que embiste al yo lírico. En este contexto peculiar, de los poemas del autor cobran vida mundos retrospectivos, concretados en una corporeidad material de la que afloran significados y pulsiones latentes.
Mediante el presente ensayo se ha pretendido arrojar nuevas luces sobre este proceso de composición, estructurando el estudio en torno a la relación del sujeto poético con los artefactos que lo rodean y que pasan a ser «cosas» o «fetiches» en las terminologías marxista y psicoanalítica. De la función narrativa del objeto, además, se ha considerado el valor de los espacios habitados e incluso la función simbólica de los «objetos del alma»: las personas más cercanas al poeta, como su mujer, María Teresa León, su hija Aitana y, por último, sus amistades (con aproximaciones a Federico García Lorca, Luis Cernuda o Miguel Hernández). Se propone, en definitiva, una nueva lectura de la producción lírica albertiana, en la cual se examina el hilo temático del rol de los artefactos tomando en cuenta el proceso de transustanciación llevado a cabo por el poeta: la conversión de los elementos tangibles en signos, en entidades cargadas de sentido, de energía afectiva. Todo ello, brinda la oportunidad de ahondar en los entresijos de la obra del gaditano y desvelar las incógnitas de su particular estilo, cuya tendencia a la remembranza fluctúa entre el mito involutivo del pasado y un nostálgico presente de separación.