Era el único planeta que cantaba

Antología poética
Leopoldo Castilla (Salta, 1947) es uno de los más valiosos poetas argentinos de los últimos tiempos, y su reconocimiento se extiende a toda la órbita de la lengua hispana. Su producción escrita, que abarca distintos géneros, resplandece de modo especial en la poesía, que viene desplegando desde hace años en múltiples libros. Teuco, conocido por este nombre indígena de río de la provincia de Salta, reúne —como genuino artista— una fuerte intuición visionaria, y una aguda mirada crítica y reflexiva. Es a su modo un surrealista, aunque no de escuela; un astrólogo a pesar suyo, y un colector de lo maravilloso-real. Su amplio registro abarca distintas facetas: el intimismo lírico, la diversificada crónica de un caminante del mundo, y el pensamiento de un físico/metafísico que se propone captar el diseño intencional del universo. El «magma» de la variada realidad se le revela como un tejido mágico, inteligente, reacio a la pregunta del inquisidor y solo a ratos accesible al acto contemplativo. Ha percibido una intencionalidad oculta que recorre el mundo, y se prolonga en la palabra, la que a su turno la modifica. Frecuenta los viejos caminos de la analogía, matriz del estructuralismo y la teoría de conjuntos; como un cabalista judío, griego o cristiano que descubre identidades cambiantes, coincidencias significativas, opuestos, paradojas.
Graciela Maturo

Era el único planeta que cantaba

Antología poética
Prólogo de Rafael Felipe Oteriño
2016
276
12,5 x 19,5 x 1,6 cm
Tapa blanda
978-84-9895-944-4
14,00 €
Leopoldo Castilla (Salta, 1947) es uno de los más valiosos poetas argentinos de los últimos tiempos, y su reconocimiento se extiende a toda la órbita de la lengua hispana. Su producción escrita, que abarca distintos géneros, resplandece de modo especial en la poesía, que viene desplegando desde hace años en múltiples...
Leopoldo Castilla (Salta, 1947) es uno de los más valiosos poetas argentinos de los últimos tiempos, y su reconocimiento se extiende a toda la órbita de la lengua hispana. Su producción escrita, que abarca distintos géneros, resplandece de modo especial en la poesía, que viene desplegando desde hace años en múltiples libros. Teuco, conocido por este nombre indígena de río de la provincia de Salta, reúne —como genuino artista— una fuerte intuición visionaria, y una aguda mirada crítica y reflexiva. Es a su modo un surrealista, aunque no de escuela; un astrólogo a pesar suyo, y un colector de lo maravilloso-real. Su amplio registro abarca distintas facetas: el intimismo lírico, la diversificada crónica de un caminante del mundo, y el pensamiento de un físico/metafísico que se propone captar el diseño intencional del universo. El «magma» de la variada realidad se le revela como un tejido mágico, inteligente, reacio a la pregunta del inquisidor y solo a ratos accesible al acto contemplativo. Ha percibido una intencionalidad oculta que recorre el mundo, y se prolonga en la palabra, la que a su turno la modifica. Frecuenta los viejos caminos de la analogía, matriz del estructuralismo y la teoría de conjuntos; como un cabalista judío, griego o cristiano que descubre identidades cambiantes, coincidencias significativas, opuestos, paradojas.
Graciela Maturo
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