Elegías

(1908-1910)

El fuerte subjetivismo con que interpretó siempre la naturaleza junto a su deseo constante de soledad fueron sus formas de buscar la belleza. El simbolismo para Juan Ramón Jiménez fue el cauce adecuado y la expresión válida para su inquietud. Después de un largo peregrinaje, en su madurez, descubrió que la máxima belleza ansiada estaba dentro de él mismo y que había encontrado a dios por la poesía. Si se comprende esta evolución suficientemente podrá juzgarse mejor al hombre y al poeta que tantas veces, muchas de forma intencionada, ha sido malentendido y criticado. El contacto con el pensamiento krausista a través de hombres como el doctor Luis Simarro o Francisco Giner de los Ríos reafirmó en el joven poeta su vocación de poeta interior, al hacer suyo el ideal ginerario de progreso moral interior por el cultivo de la sensibilidad, es decir, ir a la ética por la estética. Y además, la mejor tradición de la literatura española clásica junto con el Romanticismo le llevaron a través del simbolismo hacia esa dirección intimista más acorde con su espíritu. Ya también José Enrique Rodó al escribir sobre las Elegías de Juan Ramón Jiménez habló de una «Recóndita Andalucía» alejada de una alegría superficial. Juan Ramón vio el riesgo evidente de dejarse llevar por una corriente estética que lo alejase de su rico mundo interior de poeta verdadero. Y así tras leer la crítica de Timoteo Orbe a sus dos primeros libros, Juan Ramón Jiménez dolido le escribe lo siguiente en una carta fechada el 2 de octubre de 1900: «ha concedido usted más importancia a lo meramente externo que al espíritu y al fondo de los libros» .

Elegías

(1908-1910)

Prólogo de Felipe Benítez Reyes

Texto preparado por Richard Cardwell

2007
150
13 x 19,5 x 1,2 cm
Tapa blanda
978-84-7522-022-2
14,00 €
El fuerte subjetivismo con que interpretó siempre la naturaleza junto a su deseo constante de soledad fueron sus formas de buscar la belleza. El simbolismo para Juan Ramón Jiménez fue el cauce adecuado y la expresión válida para su inquietud. Después de un largo peregrinaje, en su madurez, descubrió que...

El fuerte subjetivismo con que interpretó siempre la naturaleza junto a su deseo constante de soledad fueron sus formas de buscar la belleza. El simbolismo para Juan Ramón Jiménez fue el cauce adecuado y la expresión válida para su inquietud. Después de un largo peregrinaje, en su madurez, descubrió que la máxima belleza ansiada estaba dentro de él mismo y que había encontrado a dios por la poesía. Si se comprende esta evolución suficientemente podrá juzgarse mejor al hombre y al poeta que tantas veces, muchas de forma intencionada, ha sido malentendido y criticado. El contacto con el pensamiento krausista a través de hombres como el doctor Luis Simarro o Francisco Giner de los Ríos reafirmó en el joven poeta su vocación de poeta interior, al hacer suyo el ideal ginerario de progreso moral interior por el cultivo de la sensibilidad, es decir, ir a la ética por la estética. Y además, la mejor tradición de la literatura española clásica junto con el Romanticismo le llevaron a través del simbolismo hacia esa dirección intimista más acorde con su espíritu. Ya también José Enrique Rodó al escribir sobre las Elegías de Juan Ramón Jiménez habló de una «Recóndita Andalucía» alejada de una alegría superficial. Juan Ramón vio el riesgo evidente de dejarse llevar por una corriente estética que lo alejase de su rico mundo interior de poeta verdadero. Y así tras leer la crítica de Timoteo Orbe a sus dos primeros libros, Juan Ramón Jiménez dolido le escribe lo siguiente en una carta fechada el 2 de octubre de 1900: «ha concedido usted más importancia a lo meramente externo que al espíritu y al fondo de los libros» .

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