Antología poética

Rafael Cadenas (Barquisimeto, Venezuela, 1930) es una de las voces poéticas más interesantes, coherentes y sólidas de Hispanoamérica. Ya desde su juventud fue visto como «un personaje excepcional», el escritor que llegó a «hundir las manos en el agua y atrapar las diversas imágenes que en ella forman», capaz, a su vez de «desencadenar las más grandes tormentas espirituales sin perder su lastre de erudito profesor universitario», o quien, sobre todo, hizo de la palabra una pasión, un lenguaje «siempre al borde de descubrir el mundo».
Estamos ante un poeta que recela del lenguaje, de sus proteicos poderes, de su capacidad para decir y hacer decir cualquier cosa. No solo en su poesía ha prendido esta reticencia; se ha expresado a menudo en entrevistas, en sus ensayos y diarios, con una lucidez desencantada que no hubiera desagradado a Karl Kraus, a quien Cadenas admira. 

Antología poética

Edición de J. G. S.
2017
224
12,5 x 19,5 x 1,2 cm
Tapa blanda
978-84-9895-312-1
14,00 €
Rafael Cadenas (Barquisimeto, Venezuela, 1930) es una de las voces poéticas más interesantes, coherentes y sólidas de Hispanoamérica. Ya desde su juventud fue visto como «un personaje excepcional», el escritor que llegó a «hundir las manos en el agua y atrapar las diversas imágenes que en ella forman», capaz, a su...
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Rafael Cadenas (Barquisimeto, Venezuela, 1930) es una de las voces poéticas más interesantes, coherentes y sólidas de Hispanoamérica. Ya desde su juventud fue visto como «un personaje excepcional», el escritor que llegó a «hundir las manos en el agua y atrapar las diversas imágenes que en ella forman», capaz, a su vez de «desencadenar las más grandes tormentas espirituales sin perder su lastre de erudito profesor universitario», o quien, sobre todo, hizo de la palabra una pasión, un lenguaje «siempre al borde de descubrir el mundo».
Estamos ante un poeta que recela del lenguaje, de sus proteicos poderes, de su capacidad para decir y hacer decir cualquier cosa. No solo en su poesía ha prendido esta reticencia; se ha expresado a menudo en entrevistas, en sus ensayos y diarios, con una lucidez desencantada que no hubiera desagradado a Karl Kraus, a quien Cadenas admira. 

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