Los matices del negro

En los países de habla hispana, la literatura policiaca surge y se desarro­lla con retraso con respecto a los centros emisores. Esto se debe a la falta de las condiciones necesarias para la génesis del género en naciones que, durante el siglo XX, se caracterizan por una suce­sión de gobiernos dictatoriales y por una policía más represiva que investigadora. Sólo en los años treinta del siglo pasado el policial aflora en países como España, Chile, México y Argentina.

La aproximación de los escritores iberoamericanos al género se realiza, sin embargo, a través de la anacrónica imitación de la novela-enigma en un período en que, en Estados Unidos, se afirma el noir. Con Dashiell Hammett, el policial deja de ser un mero juego intelectual, para brindar una visión crí­tica de la sociedad contemporánea. Los rasgos distintivos de la nueva variación del género son la integración de temas «prohibidos», el retrato de la violen­cia del sistema, la predilección de los ambientes urbanos y la adopción del len­guaje coloquial.

Esta variante realista del policial llega a los países hispanohablantes solo en los años sesenta. Desde el comienzo de la década siguiente, los autores ibe­roamericanos, conscientes del nuevo espacio brindado por el noir, ponen en marcha un proceso de aclimatación del mismo; el aporte más significativo es, sin duda, el español Manuel Vázquez Montalbán, que con la publicación de Tatuaje (1974) inaugura el nuevo poli­cial en lengua española.

 Su obra se caracteriza por la naciona­lización de los temas abordados y de los personajes retratados, la presentación del crimen como acontecimiento social y su colocación dentro de la cotidianidad de las nuevas grandes ciudades, la introduc­ción de una perspectiva crítica y el uso de la parodia, el humor y la ironía.

El modelo creado por Vázquez Mon­talbán se extiende también al otro lado del Atlántico, donde la novela policial, mientras que se somete a interesantes intentos de experimentación, parece mos­trar una decidida vocación social, hasta convertirse en la «gran novela social de fin de milenio» (Paco Ignacio Taibo II). Figuras destacadas del panorama litera­rio internacional se apropian del género, cada una con rasgos distintivos, per­sonales y nacionales, determinando la inauguración de un período de gran vitalidad del llamado «neopolicial ibe­roamericano». Esquemas, estructuras y principios canónicos son transgredidos y superados, y el género se combina y se funde con otras tradiciones literarias en un proceso de renovación e hibridación incesante que merece atención.

A raíz de estas consideraciones, se ha juzgado útil reunir, en este volumen, algunas reflexiones acerca del proceso evolutivo de la literatura policial de tra­dición latinoamericana, con el fin de proporcionar una visión más actualizada de sus variantes geográficas contempo­ráneas

Los matices del negro

2025
134
14 x 21 x 1 cm
Tapa blanda
979-13-87745-13-4
16,00 €
En los países de habla hispana, la literatura policiaca surge y se desarro­lla con retraso con respecto a los centros emisores. Esto se debe a la falta de las condiciones necesarias para la génesis del género en naciones que, durante el siglo XX, se caracterizan por una suce­sión de gobiernos...

En los países de habla hispana, la literatura policiaca surge y se desarro­lla con retraso con respecto a los centros emisores. Esto se debe a la falta de las condiciones necesarias para la génesis del género en naciones que, durante el siglo XX, se caracterizan por una suce­sión de gobiernos dictatoriales y por una policía más represiva que investigadora. Sólo en los años treinta del siglo pasado el policial aflora en países como España, Chile, México y Argentina.

La aproximación de los escritores iberoamericanos al género se realiza, sin embargo, a través de la anacrónica imitación de la novela-enigma en un período en que, en Estados Unidos, se afirma el noir. Con Dashiell Hammett, el policial deja de ser un mero juego intelectual, para brindar una visión crí­tica de la sociedad contemporánea. Los rasgos distintivos de la nueva variación del género son la integración de temas «prohibidos», el retrato de la violen­cia del sistema, la predilección de los ambientes urbanos y la adopción del len­guaje coloquial.

Esta variante realista del policial llega a los países hispanohablantes solo en los años sesenta. Desde el comienzo de la década siguiente, los autores ibe­roamericanos, conscientes del nuevo espacio brindado por el noir, ponen en marcha un proceso de aclimatación del mismo; el aporte más significativo es, sin duda, el español Manuel Vázquez Montalbán, que con la publicación de Tatuaje (1974) inaugura el nuevo poli­cial en lengua española.

 Su obra se caracteriza por la naciona­lización de los temas abordados y de los personajes retratados, la presentación del crimen como acontecimiento social y su colocación dentro de la cotidianidad de las nuevas grandes ciudades, la introduc­ción de una perspectiva crítica y el uso de la parodia, el humor y la ironía.

El modelo creado por Vázquez Mon­talbán se extiende también al otro lado del Atlántico, donde la novela policial, mientras que se somete a interesantes intentos de experimentación, parece mos­trar una decidida vocación social, hasta convertirse en la «gran novela social de fin de milenio» (Paco Ignacio Taibo II). Figuras destacadas del panorama litera­rio internacional se apropian del género, cada una con rasgos distintivos, per­sonales y nacionales, determinando la inauguración de un período de gran vitalidad del llamado «neopolicial ibe­roamericano». Esquemas, estructuras y principios canónicos son transgredidos y superados, y el género se combina y se funde con otras tradiciones literarias en un proceso de renovación e hibridación incesante que merece atención.

A raíz de estas consideraciones, se ha juzgado útil reunir, en este volumen, algunas reflexiones acerca del proceso evolutivo de la literatura policial de tra­dición latinoamericana, con el fin de proporcionar una visión más actualizada de sus variantes geográficas contempo­ráneas

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